Es una bienvenida señal de nueva vida… Las víctimas del tifón, de pie, limpiando escombros y ganando dinero por trabajar para un programa de remoción de escombros de la ONU.
Esto hace que zonas devastadas sean más accesibles para la ayuda humanitaria y los suministros.
El pueblo de Candahug fue uno de los más golpeados. A la líder comunitaria Edit Soriano le conmueve la muerte de 129 habitantes en su mayoría hombres.
“Persuadí a la gente para evacuar pero los hombres decidieron quedarse a cuidar sus casas”, comenta.
Un sobreviviente, Aldwin Pabi, dice que cuando decidieron huir era muy tarde, los vientos y las olas ya eran muy fuertes y peligrosos.
“La corriente me envió a un kilómetro de distancia. Yo oraba a Dios que perdonara mis pecados. Pensé que no sobreviviría”.
La familia de Aldwin junto a otros 300 perdieron sus casas. Él y unos vecinos están regresando a su pueblo pese a lo inconveniente de vivir en refugios temporales y a la falta de agua.
“No tenemos agua limpia porque las tuberías se destruyeron”, asegura.
El vicepresidente de Programas Internacionales de Operación Bendición, David Darg, instaló una planta purificadora de agua en el pueblo.
“Operación Bendición vino a esta comunidad y vio que estaba devastada. Trajimos ésta máquina que fabrica cloro y puede purificar el agua para que sea seguro tomarla”.
Pabi agradece esta ayuda. “Muchas gracias. Es de gran ayuda porque ahora tenemos agua potable y no debemos preocuparnos de tener males estomacales por tomar agua sucia”, expresó.
Hasta ahora el equipo de atención de desastres de CBN y Operación Bendición han ayudado a más de 50 mil personas aquí, proveyendo comidas, medicinas y consejería. Los esfuerzos son continuos en las áreas más golpeadas.
El alcalde de la ciudad de Tacloban, Alfred Romualdez, agradece la ayuda de CBN. “Quiero agradecer a CBN y a Operación Bendición. No me sorprende que estén aquí. La gente viene a ayudarnos pero me emociona más si vienen y nos ayudan a construir la ciudad”. El alcalde cristiano es optimista por el futuro.
“Sé claramente en mi corazón que Dios está haciendo esto. Veo a la gente tener una nueva vida y ellos han cambiado. Con lo ocurrido han visto que la vida es corta y que hay un propósito por el cual vivimos”.
La devastación dejada por el tifón Haiyan fue catastrófica e histórica… Pero el pueblo filipino está determinado, con la ayuda de Dios, a levantarse de nuevo sobre estos tiempos difíciles.
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